Alimentación, Dietas, Recetas, Viticultura, Enologia

Bienvenidos

Bienvenidos a mi blog

PAGINAS

noviembre 02, 2018

RECUPERACIÓN DE ESPACIOS AGRICOLAS Y PAISAJES VITICOLAS




Es un hecho general desde tiempo pretérito, la despoblación de los pueblos en las zonas rurales de España de una forma paulatina pero constante. Una de las causas principales, se encuentra en el abandono de la agricultura como actividad económica, con explotaciones de pequeño tamaño, por la escasa rentabilidad, dada la poca competitividad de sus productos.
La tendencia de abandono de la agricultura, se produce igualmente en las Zonas Vitivinícolas con características propias. Agrupaciones de pequeños y medianos viticultores, que se constituyeron en cooperativas vitivinícolas, dentro del marco jurídico del cooperativismo. Dichas cooperativas se encuentran sitiadas en sus aspectos económico y social, lo que se traduce en parcelas de cultivo abandonadas, con un alto porcentaje de titulares de explotaciones jubilados, o próximos a la jubilación, y con un funcionamiento manifiestamente mejorable, que las hace deficitarias y empujadas a un futuro incierto.
El panorama descrito ofrece un campo de actuación importante, e interesante para vitivinicultores y profesionales apasionados, abiertos a la ciencia y a las técnicas aplicadas.  Por la  trascendencia que tiene el intentar conseguir la rentabilidad económica de las explotaciones, para continuar con la actividad vitivinícola infundiendo dinamismo al sector, y sobre todo que motive a las personas que lo integran, proporcionando estabilidad en la población, mejorando el  entorno y  realzando el paisaje del medio rural.
El cambio de tendencia es posible, si se decide innovar en vitivinicultura e impulsar la economía de dichas cooperativas, transformando las estructuras laborales y de funcionamiento, al tratarse de una actividad que necesita de mano de obra especializada. La finalidad,  aumentar la rentabilidad de las explotaciones vitícolas, reducir el porcentaje de titulares jubilados o próximos a la jubilación, y evitar el abandono del cultivo de la vid por baja en  la actividad a título principal. Se hace necesario encontrar fórmulas y emprendedores profesionales en todos los niveles que hagan el relevo, capaces de relanzar la actividad  vitivinícola en las cooperativas estancadas, y regular  la dinámica de dicho abandono. 
La vitivinicultura  como actividad agroalimentaria, está condicionada por la exigencia  en el cumplimiento de una serie de normas legales dictadas y provenientes desde distintos estamentos gubernamentales, Comunidad Europea, del propio Estado y Comunidades Autónomas. Todas ellas dirigidas a garantizar la inocuidad y calidad de los productos destinados al consumo humano, y gestionar con BUENAS PRACTICAS todo el proceso,  desde la producción hasta la distribución de los productos finales. Evitando la contaminación,  respetando el medio ambiente y la biodiversidad, en un desarrollo sostenible. Dichas  normas legales  de obligado cumplimiento, condicionan el ejercicio de la actividad vitivinícola  a las personas implicadas, a una serie de exigencias de profesionalidad, concienciación con el medio ambiente y responsabilidad, que deben ser tenidas en cuenta y aplicadas.
La vitivinicultura es ciencia aplicada, gestión en los procesos, y apasionamiento en el buen hacer. Como actividad económica, requiere de emprendedores profesionales  con proyectos que superen en el tiempo una generación, dando lugar a consolidar las cualidades que identifiquen  los productos elaborados.  Iniciando el proceso con el cultivo de la vid para obtener las uvas como materia prima, y continuando con la elaboración de sus mostos, en la obtención de los vinos resultantes como producto final.
Con  el ejercicio de la viticultura en el  proceso del cultivo de la vid, los objetivos tienen que estar definidos. Conseguir la máxima calidad en las uvas, materia prima de los vinos resultantes como argumento de competitividad, y la cantidad  que rentabilice  el cultivo. Teniendo presente en todo momento, el respeto a la biodiversidad, al medio ambiente, y el cumplimiento de las normas de las Buenas Prácticas, y Sistema de Producción Integrada, antesala de la Producción Ecológica. Contribuyendo en la  sostenibilidad del medio, y control sobre los residuos tóxicos en los productos.
 La ambición incontrolada, puede desembocar en una conducción del cultivo poco tecnificada, carente de controles, con aportes de productos plaguicidas y nutritivos a veces en exceso. Ocurre cuando se opta por la cantidad en detrimento de la calidad de las uvas, pudiéndose  obtener un producto poco competitivo en los mercados, y una cantidad de producción que sobrepase los límites fijados, llegando  al incumplimiento de las normas de producción, por las que se rige el Sector Vitivinícola.
Sin embargo, las Buenas Prácticas Vitícolas son más exigentes técnicamente, requieren regulación y control en los distintos factores que intervienen e influyen en el equilibrio vegetativo y la capacidad productiva de la vid. Se trata de conseguir un desarrollo equilibrado de la planta, y los objetivos de calidad de las uvas como materia prima del vino, con la cantidad que rentabilice el cultivo, simultáneamente al cumplimiento de la normativa vigente. Teniendo en cuenta los siguientes conceptos vitícolas:

La vid es una planta con un sistema radicular extenso, que explora un volumen grande de suelo si no encuentra limitantes, lo que le proporciona una gran capacidad vegetativa y productiva. Los seguimientos de control y regulación tanto del suelo como de las plantas de vid, son fundamentales para conseguir los objetivos productivos fijados, en lo que respecta a la calidad y cantidad.
Los suelos adecuados para el cultivo de la vid son, los franco-arenosos, profundos y con buen drenaje, con una orografía que facilite la aireación de los frutos y las plantas. El control se debe dirigir sobre la estructura, su complejo arcillo-húmico, capacidad de cambio, y su riqueza mineral natural, regulando la reducción de los niveles de compuestos orgánicos y minerales, producidos por la mineralización del humus en el suelo, y las extracciones de los elementos minerales por las plantas respectivamente.
Los aportes periódicos de materia orgánica para la regulación de los  niveles en suelo, es recomendable se hagan con productos de origen vegetal, con una relación C/N y una tasa de humus estable altas, y un proceso de mineralización lenta. La aportación mineral se recomienda completa y equilibrada, con abonos simples o compuestos adecuados, teniendo en cuenta el cálculo entre la riqueza en elementos, y las necesidades de la vid en cada periodo de su ciclo biológico.
En el cálculo de los elementos minerales necesarios para la nutrición de la vid, hay que tener en cuenta los que se liberan en el suelo con la mineralización, y los que se aportan con los distintos compuestos, incluidos en su caso el agua de riego. Es conveniente evitar excesos de aportación, pueden producir desequilibrios en la solución del suelo, causantes de enfermedades fisiológicas, o ser asimilados por las plantas en demasía (“consumo de lujo”), caso del Nitrógeno, haciéndolas más vulnerables a las enfermedades producidas por hongos, Oídio, Mildiu, Botrytis, y podredumbre ácida, y el Potasio, incrementando el pH de la pulpa de las bayas en el periodo de maduración de las uvas, entre otras funciones.
En la implantación del cultivo de la vid es importante contemplar el ecosistema, valorar las variedades autóctonas y experimentar la adaptabilidad de las variedades procedentes de ecosistemas distintos.
El marco de plantación requiere de uniformidad en la ocupación del suelo y parte aérea que puede disponer cada planta, en una superficie de cultivo. Con ello se consigue la homogeneidad, en el volumen de suelo a explorar por el sistema radicular, y en lo que respecta a la parte aérea,  la  superficie de interceptación  de energía solar por la masa foliar, correspondientes a cada planta.
La densidad de plantación puede ser variable, con el limitante en todo caso de la superficie foliar máxima expuesta por planta, igual a su superficie aérea de interceptación de energía solar. También depende de las disponibilidades hídricas correspondientes a cada planta. La equivalente a la característica del ecosistema, o incrementadas por aportaciones previstas a través del riego. La gestión de los aportes de agua resulta del cálculo del déficit hídrico, mediante un balance, entre las disponibilidades en suelo, y la extracción por las plantas.
La poda de producción es de gran importancia, con ella se determina la carga de yemas por cepa y unidad de superficie previo cálculo, es fundamental en las previsiones para determinar la cantidad y calidad de la producción. Teniendo en cuenta que el aumentar la cantidad con limitantes, va en detrimento de la calidad.
La gestión de la Protección Integrada, previene que las plantas no sean afectadas por las plagas y enfermedades propias de la vid, en un grado significativo en su conjunto, asegurando la cantidad y calidad de la producción, y en consecuencia la rentabilidad del cultivo.
Manteniendo la masa foliar activa  hasta fin de ciclo biológico de la vid,  se garantiza con ello la calidad de las uvas, y la acumulación de las reservas en la planta, necesarias para el inicio vegetativo del ciclo siguiente.

En el ámbito asociativo, la actividad económica y social vitivinícola, encuadra adecuadamente en el Sistema Cooperativo, prueba de ello la abundancia de cooperativas vitivinícolas existentes. Aprovechar las  agrupaciones de viticultores y titulares de parcelas vitícolas que existen en la actualidad, y aquellas otras que se constituyan en el futuro, para introducir las innovaciones necesarias. Creando además  en dichas cooperativas, Secciones de Cultivo en Común, con la finalidad de cultivar todas las parcelas vitícolas aportadas voluntariamente,  que sus titulares no les fuese posible hacerlo, y con ello evitar el abandono del cultivo. Los objetivos, mantener dichos cultivos y rentabilizar las explotaciones vitícolas, aportando las producciones de la vid a la cooperativa,  para su elaboración y comercialización de los productos resultantes. Estableciendo unas estrategias que cambien las estructuras de gestión y funcionamiento en general, para  conseguir mejorar la gestión de la cooperativa, y cumplir con los objetivos fijados.
La Junta General de Socios, constituida con socios que aportan la producción de sus parcelas, y socios que aportan sus parcelas para ser cultivadas en común. A todos les corresponde la observación permanente de los principios del cooperativismo, derechos y deberes que contempla la Ley, y aquellos otros que emanen de las normas internas de empresa, tuteladas por el Consejo Rector y la Dirección Ejecutiva. Considerar la Cooperativa como una empresa económica y social, y gestionarla con la finalidad de conseguir los objetivos marcados.
La Presidencia de la cooperativa, recae en el Consejo Rector que está regulado por  Ley, se debe autolimitar a dirigir y formular las normas de la empresa,  decidir, aprobar, y supervisar las funciones en general y ejecutivas en particular. Delegando las funciones ejecutivas  en una Dirección Ejecutiva creada  con personal especializado  en las distintas  áreas  de actuación.
Los Órganos de dirección requieren de  toda la información necesaria, para ejercer el control de  funcionamiento y toma de decisiones. Para ello se crea una  Estructura de Gestión de Empresa, con departamentos: Económico, Jurídico, Técnico, y Comercial. Y sus funciones Administrativo-Contable y Jurídicas, Viticultura y Enología, Compras y Ventas, respectivamente.
De acuerdo con la Estructura de Gestión de Empresa, cada cooperativa  organiza  los departamentos y funciones de actuación según  las normas internas propuestas, y legales vigentes. En  coherencia y funcionalidad equilibrada, con  las características  de dimensión y proporcionalidad de la  empresa. Con la perspectiva de modificar su dimensión y proporción, en una dinámica sostenible.
La Estructura de Funcionamiento está basada, en las hectáreas con derechos de cultivo de vid, aportadas por cada uno de los socios, asignando un valor de producción de cincuenta hectólitros/hectárea, como referente de cálculo. El total de las hectáreas aportadas, por el valor de referencia de producción, es la base que sirve para determinar la capacidad e infraestructuras de la empresa y su financiación. Las producciones de uva aportadas  son  el producto generador de la actividad económica, y la dinámica contable  de la Cooperativa.
El objetivo económico principal de las Cooperativas Vitivinícolas gestionadas como empresa, es de  rentabilizar las explotaciones vitícolas de los asociados. Utilizando la uva como materia prima de los productos elaborados, clasificados en  una gama de productos de diferentes categorías, con la finalidad de que sean competitivos. Comercializados en distintas cadenas y segmentos de mercado, para cubrir las  necesidades de los consumidores, con precios  acordes a su  poder adquisitivo, que culminen los excedentes netos  monetarios.
Se establece la rentabilidad optimizada, como norma de regulación de las producciones del total de las parcelas aportadas por los socios, para obtener la gama de productos de diferentes categorías.  En dicha norma se faculta  a la Junta Rectora así  como a la Dirección Ejecutiva, a planificar las producciones de todas las parcelas vitícolas, y a exigir su cumplimiento por parte de los socios, con la aprobación de la Junta General.    
La fórmula introducida de rentabilidad optimizada, requiere de la solidaridad,  ecuanimidad,  y  profesionalidad  por parte  de  los socios, y de la organización, planificación de las producciones, así como el asesoramiento técnico eficaz, por parte de la Dirección Ejecutiva de la Cooperativa. 
Por tanto la tarea de cultivo de las explotaciones vitícolas  es  conjunta,  con libertad de actuación en el cometido de cada parte, y con el compromiso por parte del Consejo Rector de garantizar una rentabilidad proporcional y ecuánime a los asociados.
Dicha norma  no resta libertad de actuación ni a la Dirección ni a los socios. A la empresa le da libertad de planificar las producciones para obtener unos productos competitivos en los mercados, y los socios pueden cultivar con la garantía de que tienen una rentabilidad adecuada, dentro de un marco de producciones con el límite máximo fijado por normas legales, penalizable si es superado. Todo debidamente dirigido y gestionado por la Dirección Ejecutiva y sus departamentos correspondientes de la empresa.
El total de las parcelas de cultivo de vid  que aportan las producciones a la Cooperativa, forman un conjunto de actuación en el  proceso de planificación por parte de la Dirección Ejecutiva, en colaboración con los distintos departamentos de la estructura de la empresa.  Quedan acogidas a las exigencias de Condicionalidad, Trazabilidad, Gestión Integrada de Tratamientos y a cuantas normas legales estén vinculadas.
El proceso se inicia con el registro del total de parcelas vitícolas con su número y polígono al que pertenecen, agrupadas por parajes de ubicación, variedad, edad, sistema de cultivo, y demás datos que demande la normativa vigente. Del total  se seleccionarán las parcelas adecuadas según la categoría de producto a elaborar, para establecer la planificación de producciones de uva.
La gama de productos elaborados a ofertar de acuerdo a la demanda del mercado, se obtiene  con la selección de las uvas como materia prima. Es más significativa dicha selección, si las uvas se eligen en origen, las cepas, que en destino, la bodega, con independencia de complementarla en ésta última. Así como el paraje y la parcela que caracterizan el “terruño”, observando  la adecuada conducción del cultivo.
En base a los criterios de selección de parcelas establecidos, se forman dos  conjuntos de parcelas con una horquilla de producción por hectárea en cada uno de ellos, en correspondencia a las categorías de producto a elaborar. El porcentaje de superficie de cada conjunto, dependerá del volumen total de producto a elaborar de cada categoría aproximadamente, en relación a la horquilla de producción por hectárea establecida para cada conjunto.
En el conjunto de parcelas cuya producción de uva se destina a la categoría  inferior del vino,  la horquilla de producción por hectárea tendrá como techo, la producción máxima que indica la normativa vigente al respecto. Por tanto hay  libertad de producción dentro de dicha horquilla, y la rentabilidad por hectárea la determina los Kilogrados resultantes de cada una de las parcelas.  
En el otro conjunto de parcelas cuya producción de uva se destina a la categoría superior del vino, la  horquilla de producción por hectárea la fijará el Consejo Rector en colaboración con la Dirección Ejecutiva. Al tratarse de producciones por hectárea fijadas  por la Dirección  de la Cooperativa, en compensación  asume  la responsabilidad de garantizar su rentabilidad, resultado de la media de Kilogrados por hectárea  del conjunto de parcelas que se permite las producciones máximas, en aplicación de los principios de solidaridad y ecuanimidad.
La integración de la Sección de Cultivo en Común en las Cooperativas Vitivinícolas,  permite  mantener o ampliar el número de  asociados y el volumen de empresa, consolidando en lo económico y social su capacidad de influencia. Se consigue cultivar las parcelas abandonadas al cultivo mejorando el paisaje rural, se fomenta la profesionalidad y la creación de  puestos de trabajo. Todo ello  Conlleva la gestión directa del cultivo de la vid por los Órganos de Dirección y la creación de equipos de maquinaria y personal profesional para el desarrollo de la actividad.
La gestión técnica, económica y de planificación de las tareas propias del cultivo de la vid, en las parcelas aportadas a la Sección de Cultivo en Común, es competencia directa de la Dirección Ejecutiva. La cual puede aprovechar para ser referente de los asociados en la aplicación de las tecnologías.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

paisaje

paisaje
atardecer